De la mochila al mall: la segunda cumbre de Luchito con Killstore
«En un momento tenía 20 personas en el metro entregando», recuerda Luis ‑Lucho‑ entre risas incrédulas. Esa imagen –mochilas cargadas con flashes, filtros y softboxes circulando por los andenes de Santiago– podría parecer un flashazo puntual. Fue, en realidad, el episodio fundacional de Killstore, la empresa chilena que empezó vendiendo accesorios de fotografía por MercadoLibre, y que hoy opera un e‑commerce robusto con tienda ancla en el Costanera Titanium. Esta es la travesía de un fotógrafo autodidacta que cambió la cámara por los contenedores y descubrió que, para escalar, hace falta algo más que ganas: orden.
Origen humilde, ambición clara
La aventura nace de una frustración creativa. «Cuando yo quería comprar artículos de fotografía, en Chile en ese tiempo había poco y nada, y lo poco que había era muy caro», explica Lucho sobre aquellos años (2011‑2012) en que un simple paraguas de estudio costaba más de 50 mil pesos. Su respuesta fue pragmática: averiguar «cómo lo hago» para importar directo desde China. Sin tutoriales en YouTube ni mentores a la vista, comenzó a tirar del hilo contando su idea a todo el mundo hasta que un cuñado lo conectó con “alguien que había importado un par de veces”.
Delivery de mochila en el metro
Las primeras compras llegaron vía DealExtreme: una unidad para él y cuatro para vender. El precio bajo le permitió revender rápido, pero la logística era digna de un reality: “yo era el courier”, dice. Convocaba a los clientes en Baquedano a las 18:00 y, para ahorrar el segundo pasaje, no salía del andén. Cuando el sistema explotó –20 personas haciendo fila con efectivo en mano– entendió que “Esta cuestión es inviable” y arrendó una oficina de 25 m² en Ahumada.
Primera oficina ≠ primera cima
«Cuando arrendé la primera oficina dije: ‘esto va en serio’. Pero hubo días en que no entró nadie y me llegaba a rec… en las patas», confiesa. El miedo a la tienda vacía lo acompañó hasta que el flujo se estabilizó y la empresa despegó: una oficina, luego dos, una casona en Salvador y varias sucursales. El vértigo de crecer lo obligó a enfrentar “lo que no sé que no sé”.
De la tole‑tole al proceso
«La hueá al principio es una tole‑tole y tú eres el motor suficiente para que avance. Después ya no», admite. El golpe de realidad llegó con la “segunda cumbre”, esa etapa donde el negocio camina, pero amenaza con desangrar al fundador si no hay sistemas. «Cada cosa en la compañía tiene que estar ordenada: la bodega, los procesos, hasta el papel confort del baño». Protocolos, fichas de cargo, organigramas y KPIs pasaron de ser jerga corporativa a salvavidas.
Construir equipo: liderar o quemarse
Quemarse “es necesario, porque te forja”, pero quedarse allí es mortal. El antídoto fue reconocer límites y reclutar talento: «Lo más importante para escalar es el equipo...La construcción de equipo tiene que ver contigo, necesitas liderar. Nadie de afuera vendrá a arreglar la empresa». La lección fue dolorosa: un contador no arregla una mente caótica; el fundador debe forjarse primero.
Crisis, flagship y foco digital
Tras abrir un flagship descomunal en el Costanera Titanium, llegó la pandemia y la contracción económica. Lucho cerró todas las sucursales, redujo la tienda física y apostó 100 % al e‑commerce. Hoy, noviembre de 2023, navega esa transición confiado en la eficiencia: una tienda ancla más pequeña y la venta online como columna.
Aprendizajes y errores
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Orden radical: sin estructura interna no hay escalabilidad.
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Equipo intencional: reclutar y retener exige disciplina y liderazgo, no carisma improvisado.
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Adaptarse rápido: del delivery en metro al mall, y del mall a la web, cada formato tuvo fecha de caducidad.
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Quemarse con propósito: el desgaste inicial es inevitable; convertirlo en músculo operativo es opcional.
Lecciones para quien emprende hoy
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Cuenta tu idea en voz alta. Conexiones improbables abren las primeras puertas.
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Empieza pequeño, pero cobra. Trae una unidad, vende cuatro, valida precio y demanda.
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Mide lo que importa. Facturas, inventario, KPIs: lo que no se ordena, se pierde.
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Forja al líder. El límite del negocio es tu límite personal; trabaja en ti tanto como en la empresa.
Preguntas
—¿Cuándo supiste que el negocio andaba? «Cuando arrendé la primera oficina».
—¿Primer paso a la segunda cumbre? «Orden total, desde el papel confort hasta la factura suelta».
—Consejo clave? «No escuches al weón que no ha hecho nada; escucha al que ha hecho algo en su puta vida».
Cierre: la foto final
Killstore nació para que un fotógrafo amateur pudiera pagarse sus propios accesorios. Doce años después, Lucho sigue ajustando el enfoque: menos exposición a la vanidad física, velocidad de obturación alta en e‑commerce y, sobre todo, nitidez interna. Porque «el límite de tu compañía es tu límite» y toda segunda cumbre empieza ordenando la mochila.
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