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Froens: la historia de la marca chilena que saltó de la nada al retail nacional

«Teníamos 21 años, queremos ser independientes, queremos armar una empresa... Era puras ganas, convicción y empuje...». Con esa frase –mezcla de candor universitario y determinación empresarial– parte la historia de Froens, la marca chilena de ropa masculina que nació de la nada (ni un pariente en retail, cero capital, cero contactos) y que hoy, trece tiendas después, factura millones de dólares.

La marca –por 2012 Frog– se concibió en invierno, para debutar en verano. La rana como emblema tenía lógica: colores vivos, agua y buena vibra. El primer producto fue un traje de baño fosforescente («En ese tiempo [el color] era cebo, un color un poco más prendido, ahora son un poco más pasteles »), fabricado en solo 300 unidades. Se vendieron todas en un día, viralizados por Facebook, porque aún no pasaba mucho en Instagram. 

Al año siguiente repitieron la jugada con 1500 unidades: un mes bastó para agotarlas. Mientras las cifras crecían, los fundadores –tres ingenieros comerciales en plena universidad– solo querían «salir y armar esta cuestión más grande».

La rana salta al agua… 

Cuando Falabella los llamó para incorporarlos como proveedor, la marca estaba todavía registrada como Frog. Un competidor internacional –dueño legal del nombre– los amenazó con juicio: «Nos llamaron de esta empresa para decirnos no, la marca es nuestra […] o la sacan o nos vamos a juicio».

Un abogado especializado confirmó que el pleito era imposible de ganar. Entonces rescataron lo esencial –el logo de la rana– y emprendieron una maratón creativa buscando “rana” en otros idiomas. El danés entregó la respuesta: Froens. Re-etiquetaron todo el stock que venía en camino, cuidaron el logo y, de paso, ganaron un nombre «más único, más original».

Taller prestado y vida de feria

2015 fue punto de quiebre. Recién egresados, decidieron quedarse full time con el proyecto: «No daba ningún sueldo, pero démosle un ratito». Trabajaban en un taller prestado: una puerta del Homecenter sobre caballetes y dos pallets convertidos en burdo exhibidor.

Las ventas seguían siendo estacionales. El tridente universitario recorría ferias en universidades, plazas, colegios y playas. «No había marcas de hombres en las ferias […] nos invitaban a casas; vendíamos harto». Aquella pega sucia –cargar, montar, desarmar– les dio tracción real y una comunidad fiel.

El empujón Falabella

Ligados aún a ferias y a ventas directas, recibieron correos de compradores de Falabella a quienes les había llegado un traje de baño como regalo corporativo. Aceptaron el desafío: mínimos altos, fabricación en China y un volumen impensado para tres veinteañeros.

«No sé cómo nos aguantaban, pero lo logramos».

Falabella les dio cash‑flow y exposición nacional. Aunque para la multitienda eran “enanos”, para Froens significó profesionalizar producción y logística.

El sueño sobre ruedas

Con el retail andando y la web recién lanzada (Shopify nativo desde 2014), los socios apostaron por un carro de arrastre para vender en playas: «Nos va a costar dos [millones], nos costó ocho; nos va a demorar tres meses, demoramos ocho». El monstruo metálico quedó tan pesado que se atascaba en la arena y no cabía en los peajes. Fundieron dos embriagues antes de aceptar la derrota.

El carro quedó dos años oxidándose en un campo hasta que lo reconvirtieron en pre‑tienda de mall: un “local” en pasillos de alto tráfico que validaba ventas antes de invertir en habilitación. Hoy sigue operando en Chicureo y otros puntos.

Explosión online y necesidad logística

Para 2020 Froens tenía 20 personas, tres tiendas y un hub logístico de apenas 150 m². La pandemia cerró tiendas, pero la web –«con todo armado»– explotó. Vendedores se transformaron en servicio al cliente; el equipo asumió tareas de bodega; el centro de distribución aguantó la ola.

«Logramos que online sustentara todo lo que pretendíamos vender en esas tiendas».

De ahí en adelante, el crecimiento fue «mucho más agresivo». Hoy operan 13 tiendas y un CD de 1500 m² con equipo dedicado.

De emprendedores a empresarios

Con la empresa en triple dígito de personal, llegó la hora de despegarse de la operación diaria. Los tres fundadores definieron roles claros:

  • Rodrigo – Producto y marca: «El más creativo de los tres», dueño de branding y fichas técnicas.

  • Diego – Operaciones y retail: relaciones con multitiendas y logística.

Cada área contrató su primer especialista crítico: una diseñadora textil para liberar a Rodrigo, un encargado de bodega para Diego y un analista de administración para Macarena. La búsqueda se hacía –casi siempre– por Instagram de la marca, capitalizando la comunidad. El primer paso para pensar como empresa es despegarse de la operación —reflexiono.

Branding desde el día uno

Desde el logo de la rana hasta la bolsa de tela reutilizable –las mismas que colgaban en pallets el 2015– la obsesión por la marca ha sido innegociable. Photoshop autodidacta, referencias de moda internacional y una narrativa veraniega constante construyeron un imaginario coherente. «El tema branding es desde el principio», subrayan.

Errores y cagazos

  • Juicio de marca: Cambiar de Frog a Froens fue el «favor» que los hizo únicos.

  • Carro playero: Derrota logística que terminó siendo laboratorio de tiendas.

  • Logística DIY: Etiquetar cajas para Falabella a mano, llevar mercancía en auto propio, fundir embriagues, lidiar con sistemas desconocidos. Cada tropiezo narrado con humor, pero con la certeza de haber hecho bien las cosas.

«Nos seguimos mandando más de esos [cagazos], sí, fueron varios, varios. Hay millones de historias.».

Lecciones para quien emprende hoy

  1. Valida en pequeño, escala en serio. Ferias y redes sociales fueron laboratorio antes del retail masivo.

  2. Los problemas son palancas. El juicio y el carro fallido derivaron en ventajas competitivas.

  3. Define roles y contrata talento clave. Despegarse de la operación libera visión estratégica.

  4. Construye marca desde el inicio. El branding coherente multiplica el valor de cada punto de contacto.

  5. Ecosistema primero, tecnología después. Shopify, Instagram y Falabella llegaron cuando la propuesta de valor ya resonaba en el mercado.

El próximo salto de la rana

Diez años después de aquel primer lote de 300 trajes de baño, los fundadores hablan de un plan agresivo a cinco años. La ambición es la misma, pero ya no se trata de sobrevivir con un carro atascado en la arena. Hoy, la rana chilena salta con la convicción de una empresa que aprendió –a veces a golpes– a combinar creatividad, disciplina y propósito.

«Ya somos, como tú decís, empresarios. Es distinto».

Froens mira el futuro con la misma mezcla de color veraniego y fiereza anfibia con la que empezó: lista para pegar el próximo salto.