Mane Martin: De fundar Regalos Clicker a reinventarse con 16 lecciones de resiliencia y felicidad emprendiendo
«Emocionada y agradecida», repite Mane Martin apenas se sienta frente al micrófono. Fundadora de Regalos Clicker, Mane pasó ocho años conectando a personas a través de obsequios llenos de significado. Pero hoy viene a hablar de otra cosa: de cómo una crisis monumental –su quiebra– terminó transformándose en el mayor impulso de su vida emprendedora.
Origen corporativo, ambición creativa
Antes de Clicker, Mane pasó cuatro años en Nestlé y otros cuatro en Philips, a lo que se describe como «una excelente empleada — trabajo perfecto con la plata de otro». El chispazo para ella emprender llegó en una tienda italiana repleta de objetos ingeniosos. «¡Quiero hacer algo así en Chile!», se dijo. De regreso fundó Clicker Design, Gift & Décor, todavía «una tienda más» entre miles. A lo que destaca que «no quería que fuera una tienda más… no me hacía sentido»
El cagazo que cambió todo
2016. Un pedido sale sin la nota que debía acompañar un reloj. La clienta estalla al teléfono: «¡Me cagaste… cómo no mandaste el mensaje!». El texto perdido rogaba salvar una relación al borde del abismo. «Ahí dijimos: nosotros no despachamos productos, despachamos emociones».
Ese error redefinió la empresa: nuevo propósito, logo, cultura y una misión clara — conectar personas a través de los regalos y sus mensajes.
Crecimiento, marketplace y primeras alertas
La marca se volvió famosa; las ventas y los SKU crecieron hasta 5 000. Pero detrás del maquillaje aparecieron grietas: falta de flujo, necesidad constante de capital y un costoso modelo marketplace. «Empezamos a necesitar siempre más plata… nuestros estados de resultados no se estaban cumpliendo».
Dos años seguidos pidieron financiamiento extra. Eran las primeras luces rojas.
La vaquita lechera que mató al sueño
Clicker importaba juguetes y accesorios para grandes retailers. Era «una vaquita lechera» que financiaba la tienda. Tras la pandemia, Falabella y Paris redujeron sus compras de 180 millones a apenas 8. La bola de nieve de consignaciones y stock se volvió impagable. Sobre la ironía de lo que mató al negocio, nos cuenta: «Lo que me da más rabia — no era el core del negocio… la misma vaquita lechera mató al original».
Reestructuración brutal
Con amigos analistas a bordo, recortó 40 % de los gastos fijos y diseñó un plan: vender igual que en 2022 y reunir 200 millones antes de marzo 2023. Llegó abril con solo 70 millones recaudados y deudas bancarias imposibles. Tocó presentar quiebra.
«Ha sido de las cosas más duras que he vivido en mi vida, pero por lejos, lejos…».
Crisis total y click de la felicidad
Mientras lidiaba con abogados y acreedores, Mane descubrió el estudio de Harvard sobre felicidad (85 años, 750 personas). El hallazgo: la calidad de las relaciones humanas es el predictor número uno.
«Vi esto y dije: ¡sabía! … me leí catorce libros y me rayé con la ciencia de la felicidad».
Las lecciones de una quiebra
Alertas tempranas
Si pides capital dos veces seguidas, detente y revisa.
No maquilles los números: ventas ≠ sustentabilidad.
Ojo con el falso crecimiento: «Queremos ver el crecimiento solo donde queremos verlo».
Llega a EBITDA 0 lo antes posible; sin eso, cualquier expansión es humo.
Flexibilidad operativa: La estructura base debe ser la de la temporada baja; lo demás, un acordeón que se expande y contrae.
Equipo y expertos: No tardes en contratar o asociarte con alguien que domine tu core.
La importancia de contar con el equipo correcto a tiempo: «Me demoré tres años en tener a alguien que supiera; perdí tres años».
Fundador ≠ CEO eterno: El perfil que lleva de 0 a 1 rara vez conduce bien de 1 a 2.
Acordeón financiero y cultura: Recortar 40 % es posible si todos entienden el porqué y participan de la misión.
Eres lo que estás dispuesto a luchar: Elegir buenos problemas define tu identidad emprendedora.
Gratitud práctica: Escribir cinco agradecimientos diarios y saborear momentos simples cambia la escala de la felicidad.
La felicidad como hábito: El 40 % depende de hábitos cotidianos; ni dinero ni éxito garantizan bienestar.
Gratitud, familia y nuevos comienzos
Una foto inmortaliza a sus hijos acarreando cajas cuando la bodega ya no existía. «Están felices, están sanos, y se contentan con poco, con que yo esté, cachái? Ya, chao, vamos para adelante nomás"». Mane decidió hackear su memoria: reemplazó el recuerdo del abogado y las lágrimas por el de su charla virtual, los mensajes de desconocidos y la energía de empezar de nuevo.
Cierre — Resiliencia que conecta
Clicker fracasó, pero la emprendedora en Mane no. Hoy predica que uno es valioso por cuántas veces se levanta y por la flexibilidad con que respira ante lo inesperado. Su propósito —conectar personas— sigue intacto; solo cambió el vehículo.
«Los emprendimientos pueden fracasar; los emprendedores, no».
A quienes navegan sus propias tormentas les deja una brújula sencilla: observa tus alertas, sé brutalmente honesto con los números, rodéate del talento que te falta, y practica la gratitud como músculo diario. Porque, al final, lo que realmente nos sostiene son las relaciones que cultivamos mientras luchamos por los problemas que elegimos.
Interactúa con los contenidos de esta entrevista
Preguntas que le puedes hacer a este asistente:
• ¿Candy Crush como escape?
• ¿Cuál fue la lección más emotiva que aprendió?
• ¿Cómo aprendió a ser más flexible en los negocios?
• ¿Qué pasó con ese mensaje que no mandaron?
• ¿Cómo fue esa experiencia en Europa?
• ¿Cuál fue su mayor error como emprendedora?
• ¿Cómo maneja los momentos difíciles?
• ¿Cómo preparaba las presentaciones al principio?
• ¿Cuál es la historia más loca que le ha pasado?
• ¿Qué consejo le daría a alguien que está empezando?