IA, neurociencia y liderazgo: la verdadera revolución ya empezó, según Andres Bustamante
Implementar tecnología exitosa es mucho más que escribir código. Con esa premisa abro el episodio de Negocios del Futuro con Andrés. Él es ingeniero, ex-director de Gobierno Digital y el cerebro tras Clave Única, la llave maestra con la que 19 millones de chilenos acceden hoy a servicios del Estado. Entre bromas sobre niveles saiyajin y desafíos que van más allá del blockchain, la conversación que tuvimos desgranó por qué 2025‑2026 marcará un salto real en la forma de trabajar: la era de los super-humanos potenciados por Inteligencia Artificial.
Clave Única
El sistema Clave Única evita que el ciudadano memorice cincuenta contraseñas… pero lograrlo exigió que personas se pusieran de acuerdo. Andrés recuerda que la idea partió inspirada en SingPass (Singapur). “ Un par de chilenos lo había propuesto alguna vez, pero proponerlo era fácil; hacerlo fue otra cosa”, confiesa. Hubo que convencer al Registro Civil de entregar un “papel con una clave” firmada por un ministro de fe para sortear la exigencia legal de presentar cédula física en trámites digitales. Luego vino el “puerta a puerta”: persuadir a cada servicio público de integrarse bajo el lema «mándame un mail diciendo que no quieres hacer felices a los usuarios». En un año, mil trámites quedaron autenticados con una sola credencial.
Inteligencia Artificial
La misma lógica —alinear voluntades antes que escribir líneas de código— aplica ahora a la IA. 2025‑2026 traerá tres catalizadores, dice Andrés:
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Modelos de razonamiento (post‑GPT‑4o, Sonnet, etc.) que reducen alucinaciones mediante chain‑of‑thought guiado.
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RAG (Retrieval‑Augmented Generation) como base de asistentes corporativos que responden sólo con políticas reales: “El RAG es la copia de tu criterio; puede reemplazar al dueño”.
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Agentes especializados capaces de operar sobre correo, navegador y voz: “Literal lo busca en internet, lo copia en un excel, manda un mail... yo ya lo puedo programar por ejemplo para que me agende una reunión, llame por teléfono, converse y escuche...un agente.”.
Cuando la adopción viene desde abajo
El fenómeno es cultural: trabajadores jóvenes llegan con dashboards armados en Make; gerentes escépticos preguntan “¿cómo hiciste eso?”. El miedo a “quedar como tonto” se disuelve al ver interfaces familiares drag-and-drop. Andrés resume la resistencia digital en un principio neuro‑emocional: «Nadie quiere sentirse tonto. Esa es la única explicación de todos los fracasos de transformación digital».
RAG, agentes y la nueva arquitectura del conocimiento
La anécdota de Air Canada ilustra el riesgo de no usar RAG: un bot inventó una política de reembolsos; el pasajero demandó y ganó. Con RAG bien diseñado, la IA prioriza la base interna y declara “no lo sé” antes de fabular. Ese cerebro curado alimenta al agente, que además ejecuta acciones.
Cruzando ciencia y mgmt
Andrés cruza ciencia y management: para que la tecnología prenda hay que regular emociones y aumentar plasticidad neuronal.
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Cortisol en seis segundos: si respondes un mail enojado antes de esos 6 s, lo hace tu sistema límbico —“como curado”—. La regla: respira diez segundos o pasa tu texto por ChatGPT para bajarle el tono. — "Cada vez que alguien te dice algo que te irrita se demora seis segundos el cortisol en llegar a tu corteza frontal. En el momento en que la corteza frontal esté con cortisol va a estar afectada para razonar.. Si en esos seis segundos respondes, vas a responder desde el sistema límbico, lo más seguro es que la vas a cagar. Porque el sistema límbico es del reflejo, es como que estuvieras curado... quieres responder al tiro como un curado? o quieres tomarte diez segundos para responder?"
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Ducha fría matinal como ejercicio de resiliencia: hacer a diario algo que odias engrosa la corteza cingulada y fortalece la voluntad. — Destaca que "Se ha descubierto que cuando la gente hace cosas que odia de manera sistemática, aumenta un área del cerebro que hace que tenga más fuerza de voluntad.."
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Neuro‑sincronización de equipos: dinámicas que alinean ondas cerebrales en dos horas y disparan estados de flow.
Una gran oportunidad para aquellos sobre‑40
La IA democratiza… y amplía distancias:
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Un profesional + IA = semidiós. Un experto de 40+ que aprende automatización “vale oro”.
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Quien la rehúye se vuelve irrelevante: “Suena muy feo, pero no sirve una persona que no se maneje en esta cuestión.”
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Robots androides fabricados en masa en China (2024) abaratarán tareas físicas: “Ya ahorro para mi robot waifu”, bromea Andrés.
La brecha dejará de ser sólo socioeconómica: será de uso de herramientas.
Llevar la transformación a la práctica
Los proyectos fallan cuando se customiza la mejor práctica para proteger trucos opacos. SAP nació para empaquetar buenas prácticas; según Andrés que las empresas lo llenan de chanchullos y se demoran dos años en programar el desastre. Esto es un problema.
El antídoto es neuro‑educar a líderes y vendedores, convencerlos de que el sistema los hace más valiosos, no prescindibles. Así se evitó que la Clave Única muriera como “otra clave más”.
Lecciones para líderes y emprendedores
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Entrena tu cerebro antes que tu stack: neuro‑educación básica multiplica la adopción.
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Diseña de abajo hacia arriba: habilita a tus equipos con low‑code; el efecto contagio hará el resto.
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Implementa RAG como póliza de verdad: sin fuente fiable, la IA te puede llevar a juicio.
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Limita a tus agentes: un objetivo, un contexto, y APIs seguras.
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Convierte experiencia en ventaja: sobre‑40 + automatización = diferencial competitivo.
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No subestimes el factor emocional: el 90 % del trabajo es humano.
El futuro exige valentía y método
Andrés lo sintetiza en una paradoja: la tecnología que nos asusta también nos libera. En 2026 veremos unicornios de diez empleados y jefes que delegan criterio a un RAG personalizado. La disyuntiva es clara: tomar la oportunidad y destacar, o ignorarla y hundirse. Y, como demostró Clave Única, el camino se pavimenta con acuerdos humanos, no con líneas de código.
Vamos a tratar de hacer como nos dice Andrés y respetar el cerebro y la emoción, para dejar que la tecnología haga el resto.
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